martes, 31 de enero de 2012

Hoi An



Cuando uno viaja es como un planeta rodeado por un montón de pequeños satélites que son los objetos que uno lleva. Lentes se sol, de contacto, el celular, la cámara de fotos, la billetera, los pasaportes, los libros, la guía, la pc. Los objetos son como satélites y van girando: mochila grande-mochila chica-bolsillo-manos-manos-bolsillos-mochila chica y así hasta el infinito, o hasta que algo, alguien o uno mismo interrumpe esa orbita. El 29 por la noche alguien interrumpió en la órbita de mi celular que ahora terminara sus días bloqueado en las manos de alguien, en quien sabe dónde, lo lamento por los contactos y porque tanto la crónica de esta parte del viaje, como la anterior, las había redactado prolijamente en el blog de notas de ese aparatito, siguiendo el consejo de adrián de ir anotando las cosas a medida que se suceden. Así que ahora estoy haciendo un gran esfuerzo gran, en un hotelito en Mui Ne, para reconstruir lo escrito, que no va a quedar igual, todo es por algo dijo el poeta.

El sleeping bus no fue una buena experiencia. Arrancamos torcidos. Teníamos que tomarlo a las seis de la tarde el día que llegamos de la bahía de Halong, pero pasaron a buscarnos recién a la ocho de la noche. Cuando nos subimos ya estaba completo y un vietnamita intento coimearnos con tres dólares para que pudiéramos tener literas más o menos juntas (las literas no son numeradas, cada cual agarra la que puede y si no quedan más, al piso). Obviamente no le pague y obviamente yo y Romi hicimos ese primer trayecto separados y cerca del baño del micro, cuyo inodoro químico estaba roto y no hacia más que acumular el meo de toda persona que lo utilizaba, para colmo la puerta no cerraba y golpeaba una y otra vez, dejando salir en cada abanicazo un olor que para que describir.

Para colmo las rutas en Vietnam. En realidad llamarles rutas en un poco pretensioso, cuando decimos ruta nos referimos a una seguidilla se cráteres unidos todos por retazos de pavimento. Como todo chofer que se precie de tal, los del sleeping bus saben/creen, que si uno anda a toda velocidad se puede sobrevolar los cráteres.

Otra particularidad corona el tránsito en Vietnam. Así como nosotros manejamos con el volante, la palanca de cambios y los pedales. El vietnamita maneja con todo eso más la bocina. Todo el tiempo están tocando bocina, pasa saludarse, para ofrecerte sus servicios, para hacer notar que están ahí, o como anuncio de que van a cometer alguna atrocidad vial (tales como vueltas en U, giros en la mitad de una autopista, pasar el semáforo en rojo -que de hecho nadie respeta-, o detener el vehículo en el medio de la ruta para ir a mear a la banquina, dejando el vehículo en el medio de la ruta, obviamente).
Con esto, los bocinazos continuos y los cráteres constantes, la parte de sleeping del bus, es más bien una metáfora.

Llegamos a Ho Ian por la mañana el 30 de enero, mucho más cansados de lo que estábamos en Hanói. La ciudad es preciosa, pero llovía todo el tiempo. Para colmo el micro este, -que a partir de ahora llamaremos hell bus, porque como dijo el poeta “si esto no es el infierno se le ha de parecer”- no te deja en la parada que debería sino en algún hotel amigo, esperando que vos te quedes ahí y ellos ganen una comisión, así que tuvimos que caminar un trecho largo, primero para buscar un lugar donde dejar nuestras mochilas por un día, después donde reconfirmar el ticket para esa noche y luego para ir a comer algo.
Por suerte toda esa caminata la hicimos con Ron, un pibe israelí de 22 años, que estaba más perdido que nosotros. Fue muy divertido charlar con él. Tenía familia en Argentina y había aprendido a entender el español mirando rebelde way, chiquititas y muñeca brava. Obviamente, le pedimos disculpas en nombre de nuestro país, y le aseguramos que, cuando lleguemos al poder, Cris Morena sería una de las primeras ajusticiadas.

Ho Ian, como decía, es una ciudad pequeña y muy hermosa que esta sobre un rio, no recuerdo el nombre. Ahí pasamos el día y aprovechamos para conectarnos un poco a internet. Denuncie el robo de mi teléfono chateando con una tal Claudia de movistar, a las seis de la mañana de argentina, mientras tomaba un café con leche condensada mirando la lluvia caer.
A las seis nos esperaba otra noche de “hell bus” -que lamentablemente ya habíamos pagado-, la idea era llegar a las seis de la mañana a Nha Trang.

1 comentario:

  1. satélites que se me perdieron en lo que va del viaje:
    -sombrero de lana de bolivia
    -toalla de secado rápido
    -botella de ron y habanos del free shop de cuba.
    en ningún caso necesite ayuda, pero me siento más liviano! ademas de un boludo

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