martes, 31 de enero de 2012

Halong Bay


28 de enero

“Tomorrow it`ll be sunny” dijo Mistres Hai, la vietnamita que nos vendio la excursión, con una tremenda sonrisa en la cara. Claro, no se reia con nosotros, se reia de nosotros. A la mañana siguiente, igual que el día anterior, lloviznaba todo el tiempo y la neblina era tal, que apenas se podía ver a más de diez metros.
Luego de un viajecito de tres horas desde Hanói, llegamos al puerto de Halong para embarcarnos dos días y una noche en la bahía.
Tal como nos habían dicho, por más que nos mostraron montones de fotos, todos los barcos eran iguales, así que hicimos muy bien en pagar por el más barato y encima de eso regatear un poco el precio. Nos tocó el Sapphire Sail, que estaba buenísimo.
En el barco había de todo: Un par de pibes ingleses (Jason y Pedrum), una parejita de chicos alemanes (Nina y Joshua), una pareja de yanquis, otra de australianos y un viejo con panza australiano con dos chicas vietnamitas –una maestra y a otra enfermera- super simpáticas ambas. Las mujeres vietnamitas son, en promedio, mucho más lindas que el común de las asiáticas, y ganan muy poco en sus laburos. Entonces es relativamente común ver que algún occidental con algunos mangos viene por unas semanas y se alquila una “esposa”, para viajar con ella, para que le haga compañía y quien sabe que más. Suponemos que este era uno de esos casos.
Las aguas de la bahía de Halong son tranquilas, tanto que incluso familias enteras viven sobre ellas en unas casas flotantes. Dicen que en determinado momento del año, más de 1200 personas viven flotando en la bahía. Hasta una escuela tienen.
Durante la tarde del primer día de navegación, entre la neblina y la llovizna, paramos en uno de estos lugares flotantes para andar el Kayak (que estaba incluido en la excursión), en este lugar, además, había pequeñas piletas con peces, pulpos y otros bichos, que los pescadores cultivaban y ofrecían.
Luego de haber andado en kayak y ya de vuelta todo en el barco, en un momento entra el australiano panzón, (que se llamaba John) escandalizado porque un pescador le había ofrecido un pez de esos que estaba en las pequeñas piletas nadando. John lo había aceptado, entonces el vietnamita lo saco del agua y lo mato para él, y recién entonces le dijo que el pez le costaría unos 3 millones dohns, algo así como 40 dólares por quilo, que no quiso pagar.
La cosa se puso algo tensa cuando los pescadores entraron al barco a buscarlo. Finalmente, una de “sus” vietnamitas tuvo que interceder para que no lo ahoguen en aguas de la bahía.
Del grupito del barco charlamos mucho con la parejita de alemanes y los dos pibes ingleses, uno de los cuales tiene pensado viajar a la Argentina a fin de año, anotamos las direcciones de mail, pero se fueron con el celular perdido.
Dormir en un barco es una experiencia genial, siempre, sea al barco que sea, navegue donde navegue, teníamos un camarote con baño privado y todo. El segundo día ya no había niebla y el espectáculo fue hermoso, la bahía de Halong es con razón, una de las siete maravillas naturales del mundo. Tiene cerca de 1.600 islas que se levantan como rocas enormes saliendo del agua, cubiertas de vegetación, son muy impresionantes
De vuelta en Hanói, teníamos reservado el sleeping bus para ir a Hoi An, después a Nha Trang y luego a Saigón, la idea era parar un día en cada ciudad entre Hanói y Saigón, viajando de noche. Pero esa es otra historia…

1 comentario:

  1. Dormir en un barco, vivir en un barco... para cuando la vuelta al mundo en barco!

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