sábado, 11 de febrero de 2012

Koh Tao

Seis de la tarde, terminal de trenes de la ciudad de Bangkok. Abarrotada de gente que vienen y van. De pronto se escucha una sirena y suena un silbato policial. Por los parlantes se oyen los primeros acordes del himno nacional de Tailandia. El mundo se congela. Todos de pie y mostrando respeto a la figura del rey que apareció en las pantallas gigantes de la estación. 6:03 pm, todo el mundo yendo y viniendo como si nada hubiera pasado.


En lo que va del viaje hemos utilizado todos los medios de transporte concebidos por el hombre. Al menos de los que se siguen usando en el siglo XXI. Hemos viajado en avión, en bus, en hellbus, en minivan, en taxi, en moto, en tuk tuk y hasta en bicicleta. Nos faltaba el tren, maravilloso el tren!


Tomamos el nocturno que salió de Bangkok a las siete de la tarde. A eso de las nueve dela noche el guarda pasa vagon por vagon armando las literas para los pasajeros. Las literas no solo son tamaño cama normas, sino que tienen sabanas nuevas, almohada y hasta una manta.


Una tos muy molesta, provocada por algún aire acondicionado en algún país me venia molestando desde hacia varios días y no me dejaba dormir. Para cuando pasamos la noche en tren, la medicina tai en forma de jarabe y la medicina occidental en forma de corticoides empezaron a hacer su efecto y pude dormir casi de corrido.


Al llegar a Chumphon nos tomamos un bus que nos llevó al puerto de catamaranes y de ahí hasta Koh Tao, donde nos esperaba “el brujo” un madrileño que se vino hace cinco años a instalar a este lugar y fundó una prestadora de buceo con alojamiento y escuela con todo tipo de cursos. Es el único que ofrece el servicio en español en la isla, y por eso hemos caído con él y sus instructores.



Todo el Koh Tao es hermoso, es como una burbuja, suspendida en el universo. Donde el tiempo se mide por el residual de nitrógeno y la vida es lo que pasa entre que lavas tu equipo en agua dulce, y te lo vuelves a poner al día siguiente. Bucear en estas aguas es como hacerlo en un acuario gigante. Peces de todas las formas y colores, todo tipo de flora marina y el agua a 28 grados.



Llevamos aquí dos noches, y nos da muchísima fiaca ponernos a averiguar que haremos después. Como si un magnetismo tirara de nosotros, como si estuviéramos embrujados por las sirenas. Cuando hablamos con otros viajeros nos dicen que las demás islas están repletas de gente o son más caras y mucha menos ganas de irnos nos dan. Pero bueno, hay que seguir viaje hacia el sur o hacia el oeste.


Tenemos una cita en Singapur el 23 de febrero a la que no podemos faltar.



1 comentario:

  1. Jajaja a nosotros nos pasa lo mismo con Tulum, no queremos irnos de acá. Que bueno 28° en el agua!!!! Cuantas cosas lindas están viviendo. No sean pijoteros con las fotos, suban algunita más. Un beso grande viajeros.

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