domingo, 12 de febrero de 2012

Intercambio de Camisetas




Aunque la insistencia de metáforas futboleras moleste a alguna alma sensible llegó el día de cambiar camisetas. Fué una decisión que se armó en la cabeza, y de pronto, gracias a palabras amigas, a gestos, algún ukelele y un abrazo sentido mi alma de sufriente local solo mutó en un río que encontraba su cauce. Primero fue poner fecha, no demasiado precisa, uno o dos días. Luego fue poner destino, San Cristobal, o Mérida primero, o mejor Tulum.

Como un un dique de ramas y rocas roto por una crecida a través del cual el agua logra pasar, las imágenes, las personas, incluso los sonidos de toda la isla cambiaron, y ya nada era ni podía llegar a ser rutina, todo era excepcional, todo empezaba a ser extrañado antes de dejarlo. Los cocoteros recortados contra el azul profundo del cielo, el turquesa del agua, incluso la hermosa y siempre cambiante tribu de locos que se forma en la playa derecho del hostel, con sus cordobeses bajando cocos, sus porteños rompiéndolos contra trozos de concreto. 

Y las despedidas, agregadas al FB, los últimos almuerzos, burritos, ceviches, las últimas cenas, las últimas cervezas. Todo está por ser extrañado en cualquier momento, todo toma otro color, otro valor, me pongo del lado del que se va y veo caras, sorpresas, broncas, esperanzas en los que se quedan. Doy un paso atrás de lo cerca, tomo distancia, ya no se habla de a donde cenamos hoy, sino de como siguen nuestros viajes, que país queda, a donde nos volvemos a encontrar.

Abrazos, nostalgias detenidas y saz con durbeke enfrente a la iglesia, en la plaza del pueblo, de vez en cuando mi mente se aparta de mis ojos y ve todo desde afuera, como hijo del cine que soy todo me parece una película, todas son escenas logradas, todos los faroles de las calles y las plazas logran esos efectos que me vuelven a meter en la historia, mi historia, la mía y la de los otros, Tintin, axel, Crazy Mark Paul, Lore, Yunus y su hermano, su familia, Silvia, Fede, la mama, Payo, y con sus lugares la isla me trae a los ayer visitantes y hoy compañeros en esto de dejar la isla, cuyos nombres quedaron en un banco, en una pared, en una ola rompiendo contra un malecón.

Volver al Ferry, volver al falso faro de Puerto Juarez, volver a dejar la isla, volver al bus de ADO, volver a encontrar gente en el viaje, historias de quienes no estamos en nungún lugar, y canadá que vuelve en inglés. Llegar a Tulum, que me confundan con alemán y sentirme en europa, o mejor dicho, sentirme más turista que antes, mas foráneo más extranjero. Un latinoamericano en Europa en el medio de la ribera maya. Un paraíso de arquitectura ecológica en el medio de la playa caribeña que por más acostumbrado que me tenga nunca me dejará de sorprender y sacarme una sonrisa.

Sentarme en una roca con los músculos de la cara tensos después de horas de sonreir sin parar y pensar en lo hermoso de ciertas cosas que dejan al hambre, a la miseria, a la guerra misma como un producto atroz y egoísta de quienes se niegan a conocer la belleza, la paz, de quienes no permiten a este mundo ser lo que queremos que sea. Me vuelve a pasar lo que me pasó aquella vez que decidí que no podía vivir más sin hacer algo para cambiar lo que me molestaba, lo que me impedía disfrutar del todo, que algún barbudo con asma en alguna isla de este caribe, alguna vez llegó a expresar con la fuerza que lo caracteriza como "que sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo"

Del Paraiso a la Lucha, sin escalas, sin que el mundo que queremos construir se me vaya de  los ojos, de las manos, en el viaje.

Próxima parada, San Cristobal de las Casas.

1 comentario:

  1. Construís un mundo con tus relatos, con sensibilidad en cada palabra. Gracias por hacerme viajar con tu mirada.

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