sábado, 10 de diciembre de 2011

Teoria 2: Lo que se queda de Uno


Parafraseando a Dolina, viajar ya no significa lo que antes. Me cruzo todo el tiempo con gente que me cuenta que ha viajado por Europa, Asia, África incluso y no volvió aparentemente con algo mas que un puñado de sentencias igual de intrascendentes que de inverificables, "en Suecia se bañan cada dos dias" "en India todos mean en la calle" y así, lo que de niño y adolescente, devorador de fantasias foráneas con cara de novela o película, mantenía mi desvelo en tardes y noches enteras, ahora se choca con el abismo entre la marca que le podrían llegar a dejar las cinco semanas en globo al Dr Fergusson, y los tres albumes de fotos de todos los platos y bebidas ingeridas por el último amigo mientras recorría las ciudades mas importantes de Europa. 





¿Qué nos debería dejar un viaje, salirnos de nuestro terreno conocido y aventurarnos en lo nuevo, en lo raro? Hay gente que dice que viajar o estar en el extranjero nos da mundo, como si fuera algo que uno adquiere a medida que conoce más y más lugares, más y más culturas y nos permitiera pararnos desde otro lugar para obtener un plus de credibilidad a la hora de ganar una discusión de sobremesa, solo con tirar una frase difícilmente valorable como "te lo digo yo que viví 4 meses en Albania..."


Una de las condiciones que deberían reunir los viajes para darnos mundo es el tema de aventurarnos, una aventura requiere de imprevistos, cuestiones complicadas, que suelen escacear cuando uno cierra un paquete con trasbordo al aeropuerto y menú completo en el hotel, los imprevistos son parte del costo que nos cobra el mundo para hacernos con una parte de él. Otra perdida irremediable empieza a aparecer con el tema de los viajes rápidos, de más chico escuchaba a personas quejarse de como le quedaron los pies por haber estado 12hs sentadas en el avión y me miraban indignadas preguntando "sabés lo que es eso???" y yo por dentro me moría pensando en que con tal de cruzar el charco viajaría sentado en un cajón de verduras dentro de un avión militar!! Cuando de niños viajábamos en avión a buenos aires odiaba que nos toque de noche porque no podía ver nada desde la ventana, a quién se le ocurre elevarse miles de metros, atravesar medio país y desperdiciar todo eso leyendo las instrucciones sobre como vomitar en una bolsita?? 


En algún lado leí que los árabes tenían la idea de que el alma viaja a la velocidad del camello, por lo que si uno osa trasladar su cuerpo mas rápido, debe luego esperar a que el alma llegue, o viajar desalmado y des encontrarse consigo mismo hasta que llegue su alma. Sin irnos al dualismo platónico a menudo siento que si viajo demasiado rápido o sin experimentar de alguna forma el atravesar esos miles de kilómetros que te alejan de casa, no me termino de ir, no me separo de ese contexto que me determina. Volvemos a Dolina:

"Todo viajero es la mitad de sí mismo. No hay lugar en los aviones para llevar las cosas que lo completan. Esquinas, gestos, personas, vientos, olores, tapiales, saludos, colores y miradas no caben en las valijas..."



Entonces, una forma de encontrarse con uno mismo es pensar lo que nos falta cuando no estamos en casa, o lo que nos querríamos haber llevado cuando estamos en el extranjero, y acá pasamos del concepto de viajante al de extranjero, porque un viajante es una persona que no esta en su casa pero tampoco esta en ningún lado, y un extranjero es una persona que esta en un lugar que no es su casa. Cuando llegamos este último, el sentirnos no-en casa tiene que ver con que falten las cosas que nos hacen pensar que estamos donde mejor somos, no donde somos mejores, no confundamos. Son esas cosas, materiales e inmateriales, que nos dicen que estamos donde más y mejor somos, las que podrían de alguna forma definir quienes somos en esencia, en el fondo, en el patio, de verdad, o darnos cuenta de que no existe tal cosa.



1 comentario:

  1. Me deja pensando lo de estar en casa o no-en casa.
    No es un real viajero ese que se siente en casa en cada lugar en el que está? o mirándolo distinto... no es un real viajero el que hace de cada lugar su casa? y no lo es el que en cada cena hace sentir al otro como su familia?
    Creo que el viaje es pleno cuando sin estar en casa sentimos que estamos "como en casa"... o algo parecido.
    Y tengo la certeza de que vas a sentir ésto no en muchos lugares, pero sí en varios. En varios en los que nunca lo hubieras pensado.

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