martes, 4 de septiembre de 2012

Hace un mes que llegué y todavía estoy volviendo


"...Legar a casa, a alguna casa..."

                                               Andres Calamaro.

Si quería tiempo para pensar Lan me dio una mano, mi vuelo con escala en Lima de las 5 de la tarde se transformó en un directo de las 23hs, 6 hs en el aeropuerto de Mexico DF con vouchers de comida para pensar, para dibujar, para escribir. Sentía como unas ganas de que salgan letras del boliche que era mi cabeza en esos momentos de "mi ultimo ... en México  comencé a escribir y paso de una confesión de parte a una carta a un amigo, quedó en eso último, necesitaba llegar un poco más para poder cerrar el viaje en este blog.

Llegar a mi familia revolucionada por la llegada de la 4ta generación de Latzkes Blakes al mundo, mis viejos abuelos, mi viejo además a punto de jubilarse, y cosas que están igual, y cosas que no, y cosas que me perdí. Llegar a casa, a mi cama, a mi almohada, a mi ducha, a mi cocina, a...


a mi.

Creo que lo más difícil es entender que 6 meses no es lo mismo para cualquiera, no cambió nada más en mi vida, "...te fuiste solo 6 meses..." no recuerdo como era mi vida antes... El tiempo es quizás la última de las dimensiones que percibimos con la diferencia de que solo parecemos recorrerla en una sola dirección y a una sola velocidad, aunque evidentemente no, lo de la velocidad no es tan así.

Esperaba que al resto de las personas el paso del tiempo le afecte lo mismo que a mi, que cambie en su vida lo mismo y ni bien llegado me puse a preguntar, como están, que cambió, y me dí cuenta de que no tantas cosas, que hay etapas de la vida que tienen como una especie de pilóto automático que hace que sepas a donde vas a estar de acá a unos meses e incluso años, y me puse a pensar que hubiese cambiado en mi vida en estos meses, y lo que es aún más terrible, que cambió realmente!

Pensar al viaje no como un antes y un después, sino como un gran paréntesis, empezar a pensar que hubo cosas, gente, ideas que pertenecen a ese mundo paralelo que se armó en el otro hemisferio y que quizás sean incompatibles con la realidad de mi tierra, que para reencontrarme con ellas debo partir otra vez de viaje, o quizás no... espero.

O por el contrario, hacerse la idea de que este es el comienzo del próximo viaje, o la continuación del anterior.

Pasé semanas caminando por Buenos Aires, escuchando a la gente hablar, todavía con el oído sorprendido, buscando, como cuando frenéticamente cambiaba de pais cada una semana, frases típicas, modismos, descubriendo otra vez lo típico, disfrutando de la comida, del silbar por la vereda, del bondi, del sol, del invierno, del olor a humedad y gas oil, de las cosas que extrañé, como quien se reencuentra con algo que le faltó, como quien se llena los ojos, la nariz, la boca, de algo que va a extrañar.

Y mientras llego, vuelvo.