martes, 2 de septiembre de 2008

RecoVecos

Recién me quedé dormido en una siesta de ésas que sentís que tenés un elefante sentado arriba tuyo, entró juanito y me sentía en el fondo mismo del sueño, tardé mucho en despertarme, en poder hablar. En mi sueño estaba en un Madryn, no exactamente Madryn, nunca sueño con los lugares tal cual son, siempre los modifico, este Madryn era mas bien un puerto de pescadores del mediterraneo italiano, en sepia, como sacado de las peliculas coloreadas de los 50. En la playa estaba yo yendo a buscar un pelota de tenis que se me habia escapado. La pelota tenia la particularidad de que se ponían naranjas al mojarse, estabamos en la arena mojada, y mi contrincante, que no había podido quebrarme el saque y que ya había cometido muchas dobles faltas en este game, era Paul Henri Mathieu. De esta forma los introduzco en el mundo en el que estoy viviendo estos días. De esta forma lateral y onírica. Con esta siesta en el medio de un martes nublado, húmedo, pesado, mas propio de una película de Lucrecia Martel, o de un mes de enero. Suceden en estos días estos sueños pesados, cargados, estas siestas sin necesidad, a veces con sueño, a veces sin, pero nunca con culpa. Mucho pensamiento, mucho. Mi cabeza pasa de estar totalmente abstraida con algo que estoy viendo o leyendo a irse, no dispersarse sino irse, a otro lado, a pensar minucionsamente otras cosas que nada tenian que ver. Ayer llegué tarde de la facu en bici (volví a ir en bici a la facu como mi exitoso primer año) y me acoste sin bañarme y casi sin cenar, me puse a leer unos textos que había bajado e impreso de internet acerca de un filósofo y sociólogo francés, Michel Maffesoli, cáda párrafo que leí me enviaba a un lugar diferente incluso a veces llegaba a hacerme cerrar los ojos y concentrarme en algo hasta que me daba cuenta que mi brazo seguía en la misma posición, sosteniendo la misma hojita a4 frente a mis ojos cerrados. Es verdad que cuanto más tiempo tiene libre uno, menos lo aprovecha, pero también es verdad que la mente necesita espacio temporal para funcionar, para encontrar en sus recovecos las cosas que dejamos para después, y quiero terminar esta etapa de estudio universistario con los recovecos, sino limpios, al menos visitados. Quiero vivirla a pleno. Varias cosas están en mi cabeza todo el tiempo, y con esto de no poder dar el final de legal en septiembre y que se junte todo en diciembre van a estar todas las cosas juntas hasta último momento. Las dos materias que curso, los dos finales que preparo, las mujeres o la mujer, siempre ausente, y presente, el que hago después, el inmediato, el medio plazo, machu pichu, el largo plazo, qué hacer el año que viene, de qué quiero vivir, dónde, la política, con Chuchu que quiere que se arme una agrupación de La Mella en Arquitectura, con mis ganas de conocer Europa y todavía no saber cómo ni cuándo, con la música, con las ganas de escribir y de leer mucho y de correr. Todo junto, a la vez, como esas cenas con mucha gente, donde hay mas de una convesación, a veces tres o cuatro en la mesa, cruzadas, llevadas adelante por gente que participa en dos o en tres. Esa es mi cabeza. A veces se aplaca y me permite leer o escribir una página o dos seguidas, sin interrumpirme. Pero otras, como ayer a la noche, habla cual ventrílocuo, con muchas voces a la vez, haciendome cerrar los ojos frente a la hoja que sigo sosteniendome enfrente como para recordar que estaba haciendo eso.

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