viernes, 22 de junio de 2012

Aprovechar la Paz, un bondi, tres países.



Chocolatada en cartón y galletitas a las ocho de la mañana mientras salíamos de San Miguel rumbo a Managua, de excelente humor luego de una noche con aire acondicionado, ducha caliente, y demás lujos burgueses que no nos permitían olvidarnos de Perquín pero ya nos ponían en la cabeza nueva información con otra guerrilla, otras fechas, otras colaboraciones y un intento en el aire y sin google de armar un plano de la lucha armada revolucionaria en la América Central de los `70s  y `80s.

En el Documento tenía como dos nombres y tres apellidos pero durante los 12 años que vivió en los campamentos revolucionarios de Morazán solo se lo conocía como Carlos, de habitación en habitación del Museo de la Revolución intentaba darnos una idea de lo que fueron esos años, ninguno de nosotros sabía lo que significaba pelear tantos años, y su humor pasaba de la nostalgia recordando compañeros caídos a la euforia detallando practicas guerrilleras de emboscada al ejercito, enumerando los marines y agregados militares Norteamericanos caídos en diversos ataques.

Nosotros éramos gente de campo, acostumbrada a caminar y caminar por la montaña sin calzado a menudo, por eso cuando vienen jóvenes y veo su entusiasmo ante la salida armada a los conflictos les digo que eso ya pasó, que no podrían soportar todo lo que conlleva la guerrilla si se quejan por subir cuatro escalones con un bidón de agua, la guerra ya pasó, logramos los acuerdos de paz para terminar con la guerra, para dar la lucha desde otro lado, costó muchísimo y quizás este museo sirva para eso, para que no se olviden de lo que costó la paz y no la desperdicien.

Intentando averiguar si recordaba el paso de Ana y Daniel por allí, lo dejo a Carlos sumido en una especie de tristeza perdida casi sin fuerzas para estrechar la mano que le extiendo con mi agradecimiento, 3 cuadras abajo nos esperaba La Abuela para mostrarnos café mediante, el libro que un investigador Español recientemente publicó con las cartas que ella guarda de su hijo, estudiante de medicina, miembro de la guerrilla, preso, entrenado en Vietnam y caído en un ataque cerca del Volcán Santa Ana que hacía días nomás había yo subido en compañía de casi 40 estudiantes de arquitectura de la edad que ese hijo tenía cuando pasó a la clandestinidad, la abuela nos cuenta del antes y del después, nos pone al día con el actual gobierno, lo que le está costando lidiar con los desastres de 15 años de gobierno de ARENA la misma fuerza que estaba a cargo del estado cuando Monseñor Romero fue asesinado y todo de desmadró, llaveros, posters, fotos juntos y la dirección de correo para enviársela, un beso a la abuela y otro a la señora de la Pupusería fueron nuestros saludos a Perquin.

Vuelvo al bus y se me confunden las banderas entre puesto y puesto migratorio, hay algo en Nicaragua que ya se empieza a ver desde la frontera, algo en sus mercados, en su gente, vuelvo a ver carteles del gobierno que hablan, que llenan de entusiasmo, vuelvo a ver niños y niños con sus uniformes del colegió y me acuerdo de cuba y esas sonrisas perfectas en las morenas caras con sus tirantes peinados y sus planchadas camisas, vuelvo a sentirme con ganas de caminar calles, de mezclarme entre la gente cerrar los ojos y escucha al pueblo.

1 comentario:

  1. En el terer parrafo lograste condensar el pasado, el presente y el futuro de El Salvador, congrats!

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